miércoles, 21 de diciembre de 2016

NO DESFALLEZCAS


(Artículo publicado en la edición impresa de La Voz de Galicia el 20 de diciembre del 2016)


Hay momentos en los que parece que todo se alía contra ti. En los que años de esfuerzo parece que no sirven para nada. En que te enfrentas a un muro de incomprensión y de injusticia, que cierra, al menos aparentemente, todos los caminos.

Hay momentos en los que te dan ganas de tirar la toalla, de decir hasta aquí hemos llegado, porque ya son demasiadas las veces en que has tenido que reinventarte para hacer frente a las visiones tan interesadas como limitadas que utilizaban su poder para marcar un único camino a recorrer, aunque estuviese claro que no era el que el sentido común indicaba.

Es probablemente en esos momentos en que en vez de horizonte solo parece existir un muro negro en los que merece la pena revisar la trayectoria de otros que supieron resistir y atravesar gruesos muros de injusticia y opresión.

Como Marcos Ana, el joven que entró en una cárcel franquista con 18 años y salió con más de 40. 

Que fue condenado a muerte dos veces y al que en dos ocasiones tuvieron toda una noche de angustia esperando a que viniesen a buscarlo para enfrentarse al pelótón de fusilamiento. 

Que vio incrementada su pena de cárcel  en varias décadas más por el tremendo delito de escribir a mano y hacer circular por la prisión un único ejemplar de un periódico en el que contaba algunas noticias a sus compañeros de cautiverio 

Que tuvo que despedir a centenares de camaradas en las tenebrosas noches de sacas que terminaban con el lejano eco de las metralletas y los tiros de gracia.

Y que, sobre todo, fue capaz de salir sin odio y seguir luchando muchos años —murió hace un mes, con 96— por los ideales por los que la dictadura lo encarceló. 

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