Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 2 de marzo del 2016)
Conseguir una mayoría de gobierno con la composición
actual del Parlamento es casi como lograr la cuadratura del círculo.
Pocos apuestan por que Pedro Sánchez lo consiga. Pero si no logra la
cuadratura del círculo, al menos ha logrado romper el círculo
vicioso y poner en marcha el cronómetro que marca el tiempo para
lograrlo o para ir a nuevas elecciones.
El
ganador de los comicios de diciembre rehusó presentarse a la
investidura porque carecía de los apoyos necesarios. El segundo
clasificado en esa votación aceptó el reto, aunque tampoco tenía
los apoyos suficientes. Llegó al Congreso con un endeble acuerdo con
Ciudadanos, que lo sitúa lejos del número de votos necesarios para
ser presidente. Pero llegó. Para unos es afán de protagonismo, para
otros ejercicio de responsabilidad para evitar que se prolongue la
situación de interinidad.
Con tan
escaso respaldo, el discurso de Pedro Sánchez no podía ser el
programa cerrado de un candidato que confía en obtener el respaldo,
sino el del aspirante que ofrece un catálogo de posibilidades, de
materias primas que hay que pulir, de propuestas que suenan muy bien
y cualquiera puede admitir, pero no pasan de propósitos. De
muestrario, en definitiva, para que el posible socio o socios elijan.
Sin
mencionarlos directamente en ningún momento, el candidato puso la
pelota claramente en el tejado de Podemos. Empezó por advertir con
rotundidad que el reparto de escaños no permite configurar una
mayoría de izquierda. En consecuencia, hay que ir a un mestizaje,
que tendría como eje central al PSOE.
Hubo
abundantes guiños hacia la posibilidad de pactar políticas de
progreso, pero con sordina, no fueran a interpretar en Ciudadanos que
quería saltarse el pacto firmado. Menciones imprescindibles, como
las relativas al paro, a la energía, a la educación o a la
justicia, con propuestas genéricas de pactos de Estado. Menciones
oportunas, como la de afrontar la crisis de refugiados, pero con la
única propuesta de aumentar el número de acogidos en España, sin
mayor concreción.
Se ha
roto el círculo vicioso. Ha empezado a contar el cronómetro y
marcado para final de junio la fecha de repetición de las
elecciones, si para entonces no hay acuerdo. Un acuerdo que, hoy por
hoy, se asemeja a la cuadratura del círculo.