Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 21 de octubre del 2015)
Todavía resuenan los ecos del debate que mantuvieron
los líderes de Podemos y de Ciudadanos en el programa Salvados, de
la Sexta. Un nuevo éxito de Jordi Évole, que batió su récord de
audiencia. Y también de la cadena, que un 25% de audiencia y más de
cinco millones de espectadores es muchísimo en los tiempos que
corren.
El
debate se ha analizado ya desde numerosos puntos de vista. Ha tenido
críticas, naturalmente. Se ha insinuado incluso que hubo un poco de
tongo: ni a Podemos ni a Ciudadanos les conviene mucho
competir entre ellos, porque los rivales a batir siguen siendo PP y
PSOE. Gonzalo Bareño detallaba también ayer en La Voz que no se
emitió en directo. Y eso es un handicap muy importante. Además, se
emitió editado, porque la grabación original rondaba las dos horas
y lo que vimos fueron alrededor de 75 minutos. Y esto es aun más
importante, porque se pueden haber limado fallos, dudas o errores de
ambos líderes.
Pero,
pese a sus limitaciones, quedaron claras dos cosas: han llegado los
debates sin fronteras, sin corsés y los de la próxima campaña
electoral tendrán que ser a cuatro voces. Después del diálogo
fresco y espontáneo de Iglesias y Rivera, nadie va a aceptar otro de
esos debates en los que no hay debate, porque se reducen a dos
monólogos por riguroso orden, con casi todo decidido de antemano.
Esos pseudodebates rígidos y encorsetados, que era lo único que nos
ofrecían los dos grandes partidos, cuando se dignaban a ofrecerlos,
han quedado aun más en evidencia.
Y
la otra consecuencia: PP y PSOE podrán organizar algún cara a acara
entre sus líderes, pero los debates de verdad tendrán que ser a
cuatro, con los candidatos de los partidos emergentes. Si a los
dirigentes de las que siguen siendo las dos principales fuerzas
políticas se les ocurre vetar a los de las otras dos, les lloverán
acusaciones de falta de democracia y de transparencia. Y regalarán
montones de votos a Podemos y Ciudadanos.
Y
una diferencia, absolutamente lógica. Deberán emitirse en riguroso
directo. Por eso, el debate entre Iglesias y Rivera resulta aceptable
como ensayo. Eso sí, sentó un magnífico precedente, para oxigenar
un poco la campaña electoral, también muy necesitada de nuevas
fórmulas, que releven a los gastados mítines y a la cansina y
machacona propaganda.