Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 17 de febrero del 2016)
La verdad es que produce un cierto agobio asomarse
estos días a los medios de comunicación.
La
policía y los jueces no paran de destapar nuevos casos de corrupción
y no solo en el mundo de la política, sino que parece que algunos de
los que se dedican a curar y blanquear dentaduras extienden lo del
blanqueo a otras actividades menos sanas.
Seguimos con un Gobierno en funciones y sin perspectivas de que tengamos uno estable a corto plazo, porque casi todos los que se hacen lenguas de la necesidad de diálogo, en realidad se limitan a largos y reiterados monólogos sobre lo que tiene que hace quieran quiera pactar con ellos.
En vez
de poner el acento en lo que nos une, asistimos a una continuada
sobreexposición de lo que nos separa, tanto esa en lo político como
en lo cultural y hasta en lo histórico.
En este
marco ayer me llamó la atención una pequeña noticia que habla de
diálogo y entendimiento.Decía, literalmente, que <el arzobispo
de Madrid, Carlos, Osoro, ha disculpado a la portavoz del Gobierno
municipal, Rita Maestre, por el asalto a la capilla de la
Complutense>, por el que va a ser juzgada mañana, jueves.
Entiende el arzobispo que <a veces, a una edad determinada, todos
hacemos cosas que después descubrimos que no debieran hacerse así o
que deberíamos respetar otras cosas>.
Desvela
también que la concejal le pidió un encuentro para pedirle
disculpas por manifestarse con el torso descubierto en la capilla del
Campus de Somosaguas de la Universidad Complutente en marzo del 2011.
Después
de toda la tinta vertida sobre ese incidente, resulta que su
protagonista y el representante de la entidad supuestamente ofendida,
no tienen inconveniente en hablar y entenderse. Por cierto, el obispo
manifiesta que no ha tenido dificultades con el Ayuntamiento de
Madrid y que, cuando alguna se ha presentado, la resolvieron
rápidamente, <porque el diálogo es esencial>, afirma.
Y lo
mismo dicen cada día todos los que nos representan o aspiran a
representarnos. La diferencia está en que solo algunos parecen
dispuestos a ponerlo en práctica. Ya sé que, en este país donde
tuvimos hiperinflación eclesiástica durante varias décadas, parece
antiguo poner a un obispo como ejemplo.
Pues me
quedo con la actitud de búsqueda de encuentro de la concejal y el arzobispo. Y, si me apuran, también con la del papa que es capaz de
romper un desencuentro de mil años y hablar y llegar a acuerdos con
el líder de la competencia, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa
rusa. A ver si cunde el ejemplo. Amén.