(Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 8 de abril del 2015)
Hay políticos raros. Y uno de ellos es Toni Cantó. Como es sabido, ha renunciado a su escaño en el Congreso y a ser candidato de Unión Progreso y Democracia a la presidencia de la Comunidad Valenciana. Y todo porque no está de acuerdo con la dirección del partido, en concreto con la resistencia de Rosa Díez a negociar con Ciudadanos.
Hay políticos raros. Y uno de ellos es Toni Cantó. Como es sabido, ha renunciado a su escaño en el Congreso y a ser candidato de Unión Progreso y Democracia a la presidencia de la Comunidad Valenciana. Y todo porque no está de acuerdo con la dirección del partido, en concreto con la resistencia de Rosa Díez a negociar con Ciudadanos.
Constató que a Rosa Díez la
apoyó de forma mayoritaria la actual dirección, pese al batacazo sufrido en
Andalucía y que su postura crítica se quedó en minoría. Y no montó un escándalo,
ni acusó a su jefa política de cosas extrañas, sino solo de equivocarse en la
línea marcada para el partido. No se fue con su escaño al grupo mixto, para
seguir cobrando cada mes y poder montarse su futuro desde la condición de
diputado.
Ni hablar. Tampoco se dio de baja como militante, al menos hasta el congreso
extraordinario convocado para junio. A ver si entonces cambia la correlación de
fuerzas dentro de UPyD.
Y dice que empezará a buscar
trabajo de nuevo como actor, la profesión de la que vivió hasta que entró en
política y en la que consiguió una popularidad que le sirvió de trampolín para
convertirse en la cara más conocida del partido de Rosa Díez, casi al nivel de
su lideresa.
Este actor reconvertido a político, que en más de una ocasión fue
acusado de superficialidad por algunas manifestaciones, verbales o en Twitter, precipitadas e inoportunas, ha tenido en esta ocasión una
conducta impecable, más destacable por lo poco frecuente. A pesar del alto
coste personal que sin duda supone la doble renuncia.
Un político raro este
Toni Cantó. Qué bien nos vendría que gestos como el suyo fuesen la norma y no la
excepción.