domingo, 22 de enero de 2017

SOY PERIODISTA, LUEGO SOY DESHONESTO

Soy periodista, luego estoy entre las personas más deshonestas de la tierra. Lo ha dicho el nuevo presidente de Estados Unidos, así que debe de ser verdad.

Quizá esa mala opinión tenga algo que ver con el empeño de los medios en resaltar que el número de asistentes a su toma de posesión fue mucho menor que cuando su antecesor llegó a la Casa Blanca, mientras en su entorno se hacen lenguas del entusiasmo popular despertado. ¿Habrán trucado las imágenes en las que se apreciaba esa diferencia?

O por hacerse eco de la masiva asistencia a las marchas de mujeres que protestaron contra los calificativos que les ha dedicado por el mero hecho de ser mujeres. O por insistir en destacar esos calificativos.

Quizá se deba a la insistencia de esos deshonestos periodistas en publicar datos y más datos sobre el cambio climático o los derechos civiles, cuestiones menores, como se sabe. Tan menores que no merecen figurar entre las destacadas en la página web de la Casa Blanca, como ocurría en el mandato anterior, y por eso han sido rápidamente eliminadas. Lo mismo ocurre con la versión española de esa misma página, idioma que no es digno de estar en primer plano en ese lugar de honor, porque todo buen patriota estadounidense debe expresarse en inglés (así lo cuenta el diario El Mundo).

Podría ser porque muchos miembros de esta deshonesta profesión se empeñan en elogiar la supresión de fronteras y la libre circulación de personas. Y hasta consideran una decisión muy positiva de la canciller alemana la aceptación de miles de inmigrantes, cuando para el nuevo presidente de Estados Unidos _y para algunos líderes europeos_ es un gran error.

Es cierto que hay personas deshonestas entre los periodistas. Como entre los empresarios, los abogados o los políticos. Pero también los hay capaces de luchar contra viento y marea para poner al descubierto comportamientos deshonestos, especialmente de quienes representan a los ciudadanos. E incluso han llegado a provocar la dimisión de algún presidente de los Estados Unidos.

Ojalá no vuelva a ocurrir. Porque el que aun es el país más poderoso de la tierra, ejemplo de integración de personas de todas las razas y de las procedencias más dispares, merece gobernantes a su altura.