miércoles, 17 de diciembre de 2014

¿TANTA CORRUPCIÓN EN LA SOCIEDAD COMO EN LA POLÍTICA?

(Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el  17 de diciembre del 2014)

Cada día estoy más convencido de que los políticos hablan demasiado. Esa obsesión por dar titulares todos los días a los medios de comunicación, por contestar al instante a cualquier alusión del partido rival, por arengar a las huestes propias con multitud de actos en los que los militantes de base puedan escuchar y compartir un rato con algún líder de primera o segunda fila… Tanto hablan que es casi imposible que lo hagan siempre con la corrección y exactitud que se espera de ellos.
Por ejemplo. Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular, afirmaba hace un par de días: <La misma corrupción que puede haber en un partido, la hay en la sociedad en general>. Hombre, a la gente de la calle no le aparecen de repente coches carísimos en el garaje, ni tiene cuentas millonarias en Suiza, ni le regalan relojes ni bolsos de altísimo diseño, ni le invitan gratis total a lujosos viajes, ni utilizan para fines privados billetes gratis en los aviones de que la gente de a pie tampoco disfruta…
Es cierto, y lo decíamos aquí mismo la semana pasada, que en demasiadas ocasiones aun, el político corrupto goza de un círculo de silencio a su alrededor e incluso de una aureola de tipo listo porque es capaz de distraer dinero público o escaparse sin pagar los impuestos que le corresponden, aunque eso signifique robarnos a todos.
Tiene razón también el ministro de Justicia cuando afirma que existe una gran mayoría de cargos públicos que trabajan en silencio sin caer en las tentaciones del dinero fácil. Faltaría más. Sobre todo porque con tantos políticos como tenemos, el país estaría ya totalmente arruinado si los corruptos no fuesen minoría.
No les haría falta esforzarse tanto para justificarse, si en vez de limitarse a hablar, actuasen con más decisión. Por ejemplo, apartando a todos los que presenten indicios claros de haber cometido irregularidades. Por ejemplo, dotando desde el Gobierno de más medios a la Justicia para que resuelva con rapidez. Por ejemplo, dejando de indultar a políticos condenados y con causas pendientes en contra de la opinión de los jueces.