martes, 13 de diciembre de 2016

MÁSTER PARA ABUELOS

(Artículo publicado en el número 5 de la revista Mami. Pulsa aquí para acceder a su página web)

Ser abuelo es cada día más difícil. Ilusiona y rejuvenece, es verdad, pero exige. Y mucho. Y no solo en los numerosos casos en que, con la crisis, la pensión de los abuelos se convierte en la clave del sustento de toda la familia.

Es un arduo reto siempre. Aunque económica, social y afectivamente a los padres recién estrenados les vaya muy bien.

En cuanto el feliz acontecimiento se aproxima, empiezan las complicaciones. Por ejemplo, si los casi-abuelos se ofrecen a colaborar en la compra de la silla de paseo del bebé, al entrar en una de esas tiendas que no habían vuelto a pisar desde hacía tres décadas, ver decenas de modelos alineados ante sus ojos produce de inmediato sensación de mareo. Y en cuanto empiezan las preguntas, el agobio es aun mayor. Porque la cosa no se limita, como hace treinta años, a elegir marca, color y tres o cuatro cosas más. Hay que elegir entre una gran variedad de formas y tamaños, de tipos de suspensión, de posibilidades de plegado o de frenado. Hay que decidir si se prefiere de cuatro o de tres ruedas, grandes o pequeñas, o combinadas. Y decenas de variaciones más, que consiguen que los aspirantes a abuelos no sepan ya si están hablándoles de sillas de bebé o de modelos de fórmula 1.

Si se les ocurre participar en la compra de sillas para el coche, o de las cunas y sus numerosas variantes para casa o viaje, se repite la experiencia, hasta que los más prudentes optan por dejar el campo libre a los nuevos papás y limitarse a la aportación económica, cuando toque.

Cuando el nieto o la nieta ya se sienta ante la tele, los abuelos se asoman al intrincado bosque de los dibujos animados. Empieza un curso acelerado, en el que se enterarán por las demandas infantiles de la existencia de una inmensidad de personajes, desde pocoyós o peppas-pig, a doctoras de juguetes o princesas sofías, que en cuestión de meses son sustituidos por otros nombres de compleja pronunciación.

Superar esas asignaturas no será garantía de aprobar el curso. Deberán enfrentarse aun a otras pruebas, como la tienda de chuches. El quiosco del parque, en el que sus hijos podían elegir entre tres o cuatro cosas, se vuelve vestigio prehistórico antes esos locales, atiborrados de centenares de variedades de golosinas.

Y con las fiestas navideñas llega el examen definitivo. El buzón se llena de catálogos inmensos de páginas a todo color dedicadas a un universo de juguetes, que los niños repasarán velozmente, para elegir varias decenas de objetos, que en no pocos casos los abuelos no sabrían ni como coger.


Tener nietos es cada día un reto mayor. Es hora de que en las Universidades sénior se implante un máster para abuelos. Urgente e Imprescindible.