(Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 10 de diciembre del 2014)
Tengo que confesar que desde anoche tengo la sensación de que ando con un día de retraso. En concreto, de que el de ayer fue un día perdido. ¿Sabes por qué? Porque no me había enterado de qué día era ayer. Sí, nueve de diciembre, martes, el primero laborable después del puentecito que este año fue el de la Constitución. Pero, sobre todo, ayer fue el Día Internacional contra la Corrupción.
¿Tú
lo sabías? Yo no es que no lo supiera, es que no tenía la más remota idea. Y
mira que fue ya en el 2003 cuando Naciones Unidas decidió instituirlo como
forma de concienciar a la población sobre esta lacra.
Mi
sorpresa, cuando me enteré, fue doble. Primero, claro, por no saberlo. Y
segundo, porque parece que nadie quiso acordarse públicamente de celebrarlo. No
hubo discursos, ni pleno del Congreso o de los parlamentos autonómicos, ni de
las diputaciones. Ni recepción con copa, besamanos y corrillos posteriores para
chismorrear noticias jugosas. Y eso que, según la más reciente encuesta del
CIS, es uno de los temas que más nos preocupan y de que la preocupación se ha
disparado en los últimos meses.
¿Nadie
quiso acordarse? Bueno, casi nadie. El juez Baltasar Garzón lo recordó en un
artículo que publicó ayer el diario El País, titulado <Impunes y
corruptos>. Dice Garzón que <en
España la lucha contra la corrupción, o no ha existido o ha sido siempre
artesanal, antes y ahora. Desde la política y las instituciones locales,
provinciales, autonómicas y nacionales no se palpa una voluntad diferente a la
de la trampa y salir del paso, sin análisis ni propuestas, o con tantas que
solo valen para justificar conciencias y parar imputaciones de inactividad.
Falta un verdadero interés en profundizar en las causas de la corrupción que se
ha llegado a aceptar como un hecho normal>.
Creo que, lamentablemente, tiene toda la razón.
Y que aun nos falta mucho para arrancar de raíz la corrupción. Aun nos falta
mucho para que el corrupto se sienta solo y aislado y no un tipo listo y casi
admirado, aunque nos esté robando la cartera a todos.
Además, como a muchos les pase lo mismo que a
mí, que no se enteraron de qué día era ayer, el tiempo, o al menos el
calendario, se detendrá. Porque quien no haya vivido ayer como se debe el Día
Internacional contra la Corrupción, no podrá llegar con dignidad al día de hoy.
Porque hoy, eso sí lo sabemos todos, es el Día Internacional de los Derechos
Humanos. Unos derechos que la corrupción socava y pisotea.