(Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 5 de noviembre del 2014)
Tenemos un presidente del Gobierno que jamás pierde la calma,
pase lo que pase. Pueden estar en la cárcel cargos importantes de su partido,
puede permanecer la Diputación de León gobernada desde una celda semanas y
semanas, pueden saltar al primer plano de la actualidad casos de corrupción
casi todos los días, que el presidente es capaz de acudir a un congreso de
empresa familiar y no referirse al asunto del que habla todo el mundo. No se
inmuta ni aunque en el propio congreso que clausura se haga una encuesta
interna en que se pedía valorar la situación política en una escala de 0 a 9
puntos y el resultado es de 0,8.
Claro
que hay quien puede confundir esa tranquilidad con frialdad e incluso con
insensibilidad. Especialmente aquellos que se fijan en noticias que se empeñan
en contradecir el discurso oficial sobre lo bien que nos va. Por ejemplo, que
en octubre volvió a subir el paro, aunque un poco menos que el año pasado, pero
muy lejos de lo necesario para que baje con rapidez de los niveles escandalosos
en los que está. O que también en octubre creció un poco la afiliación a la
Seguridad Social, pero menos que el año pasado. O que Bruselas ha rebajado la
previsión de crecimiento para el próximo año.
Ni
la ralentización del tímido crecimiento frena su discurso optimista sobre la
economía ni el continuo desfile de dirigentes de su partido por los juzgados le
hace ir más allá de una formal petición de perdón, mientras su número dos en el
partido asegura que ya han hecho todo lo que estaba en su mano. Será porque han
dado de baja en el partido a unos cuantos destacados militantes detenidos,
aunque otros imputados como la alcaldesa de Alicante sigan en su puesto y
salgan en la foto saludando al Rey. O porque en el último Consejo de Ministros
aprobasen la creación de un centenar de plazas de jueces, aunque luego algunos
expertos puntualizasen que los jueces ya estaban trabajando y lo que se hizo fue
crear la plaza. O presumen de cerrar en Galicia medio centenar de chiringuitos
dependientes de la Administración como medida de ahorro, pero el ahorro real se
quede en el 1%.
Mientras,
Podemos sigue creciendo a velocidad de vértigo. Algunos gurús afirman que es un
espejismo fruto del cabreo ciudadano por la crisis, pero que a la hora de la
verdad los electores preferírán opciones serias con programa a experimentos en
rodaje con menos de un año de vida, sin organización y con un programa
improvisado.
Claro
que si en menos de un año han llegado donde están, a lo mejor consiguen
organizarse y pergeñar un programa creíble antes de las generales.