miércoles, 20 de abril de 2016

LA VIDA NO PUEDE SER UN PROBLEMA PRESUPUESTARIO

Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el  20 de abril del 2016)

La acusación es gravísima. Solo pensar que al menos tres personas puedan haber muerto por el retraso en suministrar el fármaco que podría mantenerlos con vida produce terror.

Estoy hablando, evidentemente, de la denuncia contra dos altos cargos de Sanidade por supuestos retrasos en el suministro a pacientes de un avanzado, eficaz y caro medicamento contra la hepatitis C. Tendrán que declarar el día 28 ante el juez por un presunto delito de prevaricación. El fiscal ve también en su conducta otro posible delito de homicidio por imprudencia.

La clave está en si se pudo haber puesto el criterio presupuestario por delante del criterio estrictamente médico. Para los denunciantes, está claro que sí. Sostienen que hubo casos de solicitud del tratamiento que no tuvo respuesta en más de seis meses. Para la Xunta, está claro que no. Se aprobaron 1.137 tratamientos, entre ellos los que han sido objeto de denuncia, y solo se denegaron 13. El año pasado, el Gobierno gallego destinó 75 millones de euros en este tipo de tratamiento.

Las sensibilidades están a flor de piel, porque se trata de una enfermedad muy grave, de un tratamiento muy avanzado y eficaz, pero también muy caro. Y que fue aprobado el año pasado tras una larga e intensa campaña de demanda por parte de los afectados.

Y lo están aun más, porque se sitúa en un marco de recortes. Hace pocos días se publicaba el incremento de las listas de espera en numerosas especialidades. No es extraño, si se tiene en cuenta que el gasto público en sanidad disminuyó un 13 por ciento entre 2009 y 2014. En cifras, 9.600 millones menos, según un informe que acaba de publicar Comisiones Obreras. Hay protestas frecuentes por el colapso en los servicios de urgencias y es un hecho que hay menos profesionales en la sanidad pública. En concreto, 14.000 menos, según el mismo informe.

Si la Administración recorta en algo tan sensible como la sanidad, a nadie puede extrañarle que surjan las dudas. Y la contundencia de las afirmaciones de los médicos las incrementa. Sobre este caso se pronunciará el juez y los implicados tienen todo el derecho a la presunción de inocencia sobre su responsabilidad penal.

Las responsabilidades políticas son otra cosa. Y ahí tiene el Gobierno muchas explicaciones que dar a los ciudadanos sobre el deterioro de un servicio en el que nos va la vida.