(Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 27 de mayo del 2015)
¿Se estará mirando Mariano Rajoy al espejo, como le aconsejó el
aun presidente de Castilla y León que hiciera antes de decidir si confirmará su
candidatura para las generales?. El propio
Herrera lo está haciendo y no ha decidido aun si optará a ser investido
presidente de su comunidad para un nuevo mandato o dará paso a la renovación.
No le han dolido prendas a la hora de reconocer el retroceso sufrido ni a la de
acusar al Ministerio de Industria de insensibilidad con la minería del carbón.
Hay más dirigentes
del PP que se están mirando también al espejo, como los hasta ahora presidentes
de Valencia, Aragón o Baleares, y se plantean dar paso a la renovación.
Pero otros siguen erre que erre, como Esperanza Aguirre, que pide una refundación del partido y, lejos de mirarse al espejo para ver el castañazo que se ha dado, hace otra de sus fintas y ofrece la alcaldía al candidato socialista para cerrarle el paso a la emergente Manuela Carmena. Maniobra muy propia de una candidata que llenó su campaña de descalificaciones a los de afuera y zancadillas a sus propios compañeros de filas, como las que podría contar Cristina Cifuentes. Claro que el PSOE le ha contestado rápidamente con una rotunda negativa, quizá acordándose aun del tamayazo, el episodio de transfuguismo que la convirtió en presidenta de la Comunidad de Madrid cuando estaba a punto de ser investido el socialista Rafael Simancas.
Pero otros siguen erre que erre, como Esperanza Aguirre, que pide una refundación del partido y, lejos de mirarse al espejo para ver el castañazo que se ha dado, hace otra de sus fintas y ofrece la alcaldía al candidato socialista para cerrarle el paso a la emergente Manuela Carmena. Maniobra muy propia de una candidata que llenó su campaña de descalificaciones a los de afuera y zancadillas a sus propios compañeros de filas, como las que podría contar Cristina Cifuentes. Claro que el PSOE le ha contestado rápidamente con una rotunda negativa, quizá acordándose aun del tamayazo, el episodio de transfuguismo que la convirtió en presidenta de la Comunidad de Madrid cuando estaba a punto de ser investido el socialista Rafael Simancas.
Tengo serias dudas de
que Rajoy se mire al espejo de la forma que le sugirió el líder del PP
castellano-leonés, y no solo porque su poblada barba le evite el engorro de
afeitarse a diario. Ni siquiera porque tenga un espejo modelo madrastra de
Blancanieves, que le diga que él sigue siendo el candidato más hermoso. Sino
porque la clave no está en cambiar las caras, sino las políticas. Y ni el
presidente ni quienes dirigen con él el PP se muestran dispuestos a otros
cambios que a los de la forma de explicarse. Lo dejó claro el propio Rajoy en su primera comparecencia tras el batacazo del domingo.
Para muestra, un
botón. El Partido Popular acaba de bloquear en el Congreso que se investiguen
las actividades privadas del diputado Martínez Pujalte en una sesión a puerta
cerrada de la Comisión del Estatuto del Diputado. Todo un ejemplo de
transparencia, de renovación y de decisión de ir hasta el fondo en la
investigación y erradicación de la corrupción.