Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 9 de septiembre del 2015)
Hay mucho que aclarar en el nuevo hospital de Vigo. Y va a ser
difícil, no solo por lo complejo de la puesta en marcha de un gran
hospital en una ciudad con tanto empuje, pero al mismo tiempo tantas
necesidades como Vigo, sino también por las peculiares relaciones
políticas que se mezclan en este caso.
Es lógico que el
presidente de la Xunta esté orgulloso de la construcción de un
hospital espacioso y moderno y presuma de hacerlo precisamente cuando
en otras zonas se cerraban camas. Su puesta en marcha debería
suponer un éxito importante donde el PP acababa de cosechar una
contundente derrota en las municipales. En ese marco cabía
esperar también que en la oposición hubiesen colocado todas las lupas para
ver y destacar cualquier mota de polvo en las flamantes
instalaciones.
Y se lo han puesto fácil.
Además del retraso en las obras y del tan frecuente desfase entre la
inversión prevista en proyecto y el coste final de las obras, se han
encadenado fallos y lagunas en el proceso de puesta en marcha, hasta
el punto de llegar a la suspensión del traslado de pacientes.
Feijoo podrá intentar minimizar el alcance de una manifestación
multitudinaria e incluso hablar de irresponsabilidad en su
convocatoria. Podrá incluirlo en el marco de la rivalidad política
especialmente exacerbada entre la alcaldía de Vigo y la Xunta. Podrá
argumentar que se exageran y se instrumentalizan políticamente
pequeños errores o problemas surgidos en el complejo proceso de
puesta en marcha de un gran hospital. Podrá tratar de meter en ese
mismo saco los pronunciamientos de sindicatos o plataformas
ciudadanas.
Pero las críticas no
proceden solo del ámbito político o sindical, o de la esfera
ciudadana más o menos situada en la órbita de la izquierda. Hay
más. Y eso es lo más preocupante. Entre ellas, por ejemplo, las del
mismísimo colegio de médicos de Pontevedra. La entidad que
representa a los médicos pide tranquilidad en lo tocante a la
calidad asistencial en el nuevo hospital. Pero, desde ese
planteamiento sereno y que huye de alarmismos, reclama un
replanteamiento en la política de de traslados y un escrupuloso
control de las áreas que reciben pacientes críticos. Además, pide a la
Administración un esfuerzo adicional en transparencia y
comunicación. A buen entendedor...
En el mismo tono
mesurado, muestra su oposición a cualquier decisión que suponga la
privatización de la gestión del hospital Alvaro Cunqueiro y critica
el deterioro general del Sistema Nacional de Salud, tras la
aplicación de recortes indiscriminados.
Y eso ya no es debate
político, con las exageraciones en la forma y el fondo a las que nos
tienen acostumbrados. Es el pronunciamiento de la entidad que
representa a los profesionales más directamente implicados en el
éxito diario del proyecto.
Hay mucho que aclarar en
la puesta en marcha del nuevo hospital vigués. Aclarar, explicar y
mejorar. No simplemente acusar de irresponsabilidad a quienes
critican.