miércoles, 23 de septiembre de 2015

DA IGUAL

Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 23 de septiembre del 2015)

Parece que a algunos en Cataluña les da igual lo que ocurra a su alrededor, si no concuerda con sus pretensiones.

Da igual si la opción independentista no logra el domingo el respaldo de la mayoría de los catalanes, ni tan siquiera de la mayoría de los que acudan a votar. Será suficiente, dicen, con lograr la mayoría de escaños en el Parlament. Cuando a Artur Mas le preguntaron si estaba dispuesto a iniciar el camino de la independencia en contra de la opinión de la mayoría de los catalanes, replicó que lo mismo podría decirse de no iniciarlo en contra de la opinión de la mayoría de los diputados. Parece que da igual lo que piensen los ciudadanos si la ley D¨Hont les da la mayoría de sillas en la cámara.

Parece que da igual que el Estatuto de Cataluña requiera mayoría absoluta del Parlamento para su modificación. El proceso de independencia se podría iniciar con mayoría simple.

Parece que dan igual las advertencias de Merkel o Cameron y del presidente de la Unión Europea de que Cataluña quedaría fuera de la Unión si se independiza. Artur Mas argumenta si le han preguntado a Merkel o a Cameron qué artículo de la UE permite expulsar a siete millones y medio de ciudadanos. Obvia que en esa hipótesis no habría expulsión alguna, sino un abandono voluntario, al separarse del Estado que firmó el Tratado de Adhesión.

Parece que dan igual las advertencias de bancos y empresas sobre su posible marcha de Cataluña. Les acusan de plegarse a las presiones del Gobierno. Debe de ser que olvidan sus cuentas de resultados.

Da igual la catarata de pronunciamientos sobre las consecuencias de una declaración unilateral de independencia. Las consecuencias económicas, el aislamiento internacional, todo se solventará con el entusiasmo de quienes quieren construir un nuevo Estado, aunque sea en solitario.

Da la impresión de que algunos están jugando con enorme frivolidad con los legítimos sentimientos de una parte importante de los catalanes. Lo peor es la profunda división creada entre la ciudadanía y el tiempo que va a tardar en cerrarse esa brecha.