Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 23 de marzo del 2016)
Anoche me tocó acompañar a un familiar al servicio de urgencias de un hospital gallego, en este caso el de Ourense. Y no pude menos que recordar las rotundas afirmaciones sobre la salida de la crisis, lo bien que nos va y lo muy bien que nos va a ir si nadie hace tonterías y se pueden seguir aplicando las mismas políticas que nos han traído hasta aquí.
Anoche me tocó acompañar a un familiar al servicio de urgencias de un hospital gallego, en este caso el de Ourense. Y no pude menos que recordar las rotundas afirmaciones sobre la salida de la crisis, lo bien que nos va y lo muy bien que nos va a ir si nadie hace tonterías y se pueden seguir aplicando las mismas políticas que nos han traído hasta aquí.
Lo
recordé con ironía o quizá con sarcasmo, porque lo que vi se parecía más al
fruto de años de recortar plantillas a base de jubilar a profesionales sin
cubrir su puesto.
A
las diez de la noche había en una de las salas de urgencias pacientes que
llevaban allí desde las tres de la tarde esperando ser atendidos.
Afortunadamente se les permitía estar acompañados por familiares para entretener
la espera y poder solicitar atención médica en caso necesario.
Vi
a enfermeras, médicos y celadores tratando de multiplicarse y de hacer frente
sin perder la compostura a la lógica impaciencia de quienes esperaban y
desesperaban.
Pasadas
las once de la noche una médica que trataba de dar respuestas a quienes seguían
preguntando cuándo les tocaría, relataba que algunos de sus compañeros que
habían entrado a las tres de la tarde aun no habían podido cenar y así
seguirían para tratar de canalizar la creciente demanda que generaba la
incesante llegada de ambulancias y que había obligado ya a tener a varios
pacientes en el pasillo.
Está
muy bien que se construyan y amplíen hospitales. Pero si se sigue reduciendo el
número de profesionales que trabajan en ellos servirá de muy poco. Y, por
favor, que no nos vendan que se han convocado cientos de plazas este año.
Casualmente, eso ha ocurrido en año electoral. Y son pocas después de años de
sequía.
Tener
que acudir a urgencias es siempre un mal trago. Padecer las consecuencias de
años de recortes puede convertirlo en un drama.