Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 6 de julio del 2016)
Ayer me sorprendió un sencillo mensaje en una red social. Era de un amigo, que se limitaba a saludar tras un tiempo sin actividad en esa ventana virtual. Me preguntarás que tiene eso de particular cuando millones de personas cuentan en las redes sociales sus actividades más triviales.
Ayer me sorprendió un sencillo mensaje en una red social. Era de un amigo, que se limitaba a saludar tras un tiempo sin actividad en esa ventana virtual. Me preguntarás que tiene eso de particular cuando millones de personas cuentan en las redes sociales sus actividades más triviales.
En
este caso, lo destacado es el motivo de ese paréntesis. Estaba acompañando a su
esposa, que tuvo que permanecer cierto tiempo ingresada en un hospital.
No
era una novedad. La esposa de este amigo lleva tiempo enferma y necesitada de
cuidados. Tampoco esta circunstancia es, desgraciadamente, extraordinaria. Son
muchas las personas entregadas al cuidado de familiares dependientes.
Lo
que me sorprendió del corto y sencillo mensaje de este amigo fue su final.
<Animo _decía_ a cuantos estén en esta situación o peor a que no se
desmoralicen y vivan el día a día, el aquí y ahora>.
En
tiempos en los que parece dominar la indiferencia, cuando no el desprecio,
hacia los demás; cuando parece que el disfrute, el placer inmediato, es el
objetivo más importante, que haya personas capaces de proyectar sentimientos
positivos hacia los demás cuando ellos mismos están sufriendo situaciones
difíciles a diario, reconforta.
Tendré que decírselo