viernes, 14 de octubre de 2016

¿A QUIÉN IMPORTA LA SANGRE DERRAMADA EN ALEPO?

Las ruinas de Alepo denigran la condición humana.

Las imágenes de niños rescatados de entre los escombros, cubiertos de sangre y de polvo, provocan dolor indescriptible.

Los continuados bombardeos de hospitales despiertan la ira.

Las noticias sobre el fracaso de hipócritas intentos negociadores hacen sentir vergüenza.

Que cientos de miles de seres humanos, mujeres, niños, hombres, lleven meses encerrados en una ciudad destruída, sometidos a hambre, sed, dolor y miedo, horroriza.

Que esos cientos de miles de seres humanos sean utilizados como peones de ajedrez, listos para ser sacrificados en una siniestra partida que se juega en lejanos y lujosos despachos, da náuseas.

Que la partida continúe mientras las bombas siguen matando niños y destruyendo física y psicológicamente a los asediados, generan deseo de presentar la la dimisión como ser humano.

O de incitar a la rebelión contra los de los altos despachos que deciden dónde deben caer las bombas para que hagan más daño y aumente la presión sobre el enemigo.

Contra los que se manifiestan incapaces de pararlos.

Contra las mafias que abusan de quienes huyen de la muerte y el horror.

Y contra quienes se comprometen, presionados por una creciente  demanda ciudadana, a acoger a varios millares de refugiados, y hasta ahora apenas han traído a medio millar