martes, 20 de diciembre de 2016

GOLPE A LA CREDIBILIDAD DE LOS PERIODISTAS



No sé qué produce más vergüenza en el triste caso de Nadia. Si el desfile de expertos por los medios que se está produciendo para poner las cosas en su sitio o la clamorosa ausencia de cualquier tipo de contraste o confirmación de todas las historias que se contaron sobre la gravedad de la enfermedad de la niña y su peregrinaje por clínicas y especialistas.

No cabe duda de que, si ha habido engaño, los principales responsables son los que falsearon los datos. Pero quienes les prestaron altavoces, quienes difundieron a los cuatro vientos esa gran historia de interés humano, sin cumplir esa elemental regla del periodismo que es confirmar los datos que se publican, tienen una parte importante de responsabilidad, no solo en que miles de personas bienintencionadas creyesen el drama relatado y aportasen donaciones, sino en la desconfianza que este caso puede generar y está generando ya a la hora de recaudar fondos para la investigación de las llamadas enfermedades raras.

La doble crisis del periodismo, la económica y la de modelo, está pasando una elevada factura a la credibilidad de los medios y de los periodistas. La insistencia con la que varias cadenas de televisión compiten con programas de varias horas de duración y similar contenido y estructura no ayuda a mantener alto el listón de la credibilidad. Cualquier pequeño avance en la investigación de un suceso se viste de gran exclusiva y se le dedican minutos y minutos. La mezcla de información y entretenimiento y la vulneración de la línea que separa información y publicidad inducen a la confusión. La rapidez con la que se suben a la red decenas y decenas de noticias en competición constante para ser los más ágiles no ayuda a contrastar debidamente cada pieza que lo requiera. Los recortes presupuestarios y los apuros económicos de no pocas empresas de comunicación dificultan destinar los medios necesarios a cuidar la calidad y la estricta veracidad de lo que se difunde.

Bajar la guardia propicia el error. El error degrada aun más la credibilidad de los medios y de los periodistas. Sin credibilidad, no quedarían medios de comunicación. Solo panfletos.

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