martes, 12 de mayo de 2015

LA PUERTA DEL INFIERNO

Un militar que regresaba de Nepal, tras pasar allí varios días buscando desaparecidos, describía la situación en el país como <la puerta del infierno>. Miembros de oenegés que trabajan en la zona subrayan que a los miles de muertos, a los edificios destruidos, a las familias rotas, a los millares de heridos atendidos en condiciones de gran precariedad hay que sumar las consecuencias del caos en que el terremoto sumió a un país pobre: violaciones y claras sospechas de tráfico de niños, entre otros horrores.

Hace solo unas horas la tierra volvió a temblar en Katmandú y abrió un poco más la puerta del infierno. Más muertos, más caos, más edificios derrumbados, más familias rotas, más gente sin hogar.

Un país pobre, hasta hace poco identificado como un lugar paradisíaco, se enfrenta al caos y la destrucción. A miles de kilómetros, una de las pocas formas de mostrar una mínima solidaridad con quienes se asoman a la puerta del infierno es hacer una aportación a alguna de las muchas cuentas abiertas por las organizaciones que trabajan sobre el terreno.

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