(Comentario difundido en el programa <Voces de Galicia>, que dirige Isidoro Valerio en Radio Voz, el 10 de septiembre del 2014)
Allariz está celebrando el vigesimoquinto aniversario de aquella revuelta popular que provocó un vuelco en la historia del municipio. Un centenar de truchas muertas en el río Arnoia motivaron un encierro en el Ayuntamiento que iba a durar unas horas, pero acabó prolongándose meses y provocando la dimisión del alcalde y el equipo de gobierno.
Allariz está celebrando el vigesimoquinto aniversario de aquella revuelta popular que provocó un vuelco en la historia del municipio. Un centenar de truchas muertas en el río Arnoia motivaron un encierro en el Ayuntamiento que iba a durar unas horas, pero acabó prolongándose meses y provocando la dimisión del alcalde y el equipo de gobierno.
El Allariz de hoy se parece,
afortunadamente, muy poco al de hace 25 años. Lo que nació como una protesta medioambiental
se convirtió en punto de inflexión y aquella villa en decadencia inició una
sorprendente recuperación. La clave estuvo en un gobierno municipal que, más
allá de las siglas, se planteó el objetivo de colocar al municipio en una senda
de desarrollo sostenible, con dos claves muy claras: tener muy en cuenta la
historia y las características de Allariz y contar en todo momento con la
opinión y la participación de sus vecinos. Las asambleas que se celebraron
durante el encierro para informar y decidir los pasos a dar se convirtieron en herramienta
habitual de gestión del nuevo gobierno municipal.
La recuperación del río
Arnoia fue el primer paso. A la limpieza de sus márgenes con la colaboración
vecinal siguió la recuperación de antiguas fábricas o molinos fuera de uso para
convertirlos en museos o locales de hostelería. El gobierno municipal del BNG
no tuvo reparo en negociar convenios con distintos propietarios para convertir
al río en un lugar atractivo para el turismo.
Siguió un complejo proceso
de rehabilitación del casco histórico de la villa. En este caso, los convenios
fueron con las administraciones autonómica y central para lograr el milagro de restaurar
cerca de 600 inmuebles e invertir diez millones de euros. También aquí hubo
convenios con propietarios de bajos para restaurarlos y buscar quien estuviese
dispuesto a iniciar en ellos actividades comerciales. Esta fórmula ha seguido
usándose para iniciativas tan originales como el centro outlet. Su puesta en
marcha ha convertido una de las calles del casco antiguo alaricano en una
sucesión de tiendas de conocidas marcas con precios rebajados. Se ha convertido
en un nuevo atractivo turístico de una villa que ha multiplicado su oferta
hostelera, además de haber logrado una modesta, pero no desdeñable
industrialización.
El milagro Allariz ha sido
posible por un gobierno municipal, que se marcó objetivos claros y trató en
todo momento de implicar en ellos a sus vecinos. Parece el abc de la gestión
municipal, pero no debe de ser tan fácil cuando hay tan pocos milagros Allariz
en nuestra tierra. Ahora que estamos a punto de entrar en una nueva campaña de
elecciones municipales no está demás recordárselo a los candidatos. Si lo del
programa y la participación vecinal sigue en pie después del día de las
elecciones, se consiguen resultados de los que disfrutan todos.
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